Diaario de campo # 3 Museo Nacional

Diario de Campo # 3

Objetivo:

Observar y analizar una variedad de obras del Museo de Nacional, las cuales tiene una importancia notable en el desarrollo de la pintura y el arte colombiano. Además de otras obras de varios artis
tas colombianos e internacionales ubicados en diferentes locaciones del museo.

¿Dónde?


Museo Nacional. Ubicado en la Carrera Séptima con calle 29.

¿Cuándo?

9 de noviembre de 2010




Descripción

La visita al Museo Nacional, inició a las 3:30 de la tarde, en ese momento ingresamos el lugar con un gropo aproximado de 11 estudiantes. La visita fue dirigida por un guía del Museo, quien a lo largo del recorrido, explicó y dió algunas obras echas por artistas colombianos y del resto del mundo.

Al iniciar el recorrido, el guía asignado para explicar las obras y acompañarno
s en el recorrido, dio una introducción breve, y su respectiva presentación, al instante nos habló sobre uno de los auto
res y artistas colombianos más destacados por su particular forma de plasmar sus vivencias en los lienz. Él se refería a José María Espinosa, pintor del siglo siglo XIX.

Debido a ser un espectador constante de la colonización y al ser parte indirectamente de la guerra y batallas que se viviane en esta época, Espinoza, como dijiomos anteriormete, refleja, tanto las anecdotas, como los comportamientos y protagonistas de estos momentos en sus obras. Además podemos agregar, que al ver detalladamente las obras de este pintor colombiano, nos damos cuenta de la forma en que trabaja la perspectiva, el paisajismo, y algunas de las dificultades que presentaba para poner el tamaño exacto, la escala de las personas y objetos que trazaba, todo esto debido a su aprendizaje empírico en la pintura.


Después de algunas explicaciones y pasar por la biografía de Espinoza muy brevemente, el guía habló sobre Ignacio Gómez Jaramillo, importante artista antioqueño en la historia de la pintura colombiana a lo largo de la historia. Al ver una de sus obras, y con base en la explicación, nos pudimos dar cuenta que este artista se basa, fundamentalmente en la iconicidad, un llamativo juego de colores y los retratos humanos. Podemos agregar también que debido a su particular forma de pintar, este antioqueño se abrió paso para ser uno de los grandes artistas colombianos, y que transformaron, además de dar a conocer, por sus grandes caracteristicas y trabajo, el muralismo en Colombia.


Luego de un breve recorrido por el segundo piso del Museo Nacional, donde pudimos encontrar obras que trabajan especialmente la iconografía y la escultura realizada, principalmete en el siglo 18, pasamos al tercer piso, donde dimos un giro en el estilo y encontramos exhibición de la pintura de Fernando Botero de las décadas de 1970 y 1980, donde también se vio reflejado el trabajo en escenas y pinturas costumbristas o de paisajes en los lienzos.

Observación reflexiba

La visita al Museo Nacional, además de ser provechosa para nuestra formación académica en el conocimiento del arte y pintura colombiana, es una experiencia valiosa, ya que el poder tener la posibilidad de observar la historia de nuestro país en cuadros, pinceladas y trabajos artisticos diferentes a los que podemos encontrar plamados en fotografías o libros es una manera difrente de adquirir un conocimiento sonre la historia y el arte nacional.

También nos se vió reflejado que la exposición a la que hicimos el recorrido pertinente, reflexiona sobre cómo han relatado y representado los acontecimientos y personajes de la Independencia através de la pintura, la escultura o doferentes maneres de representación , y lo mejor, es que es realizada por artistas criollos.

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MODELO - LAS MANOS DE LA PROTESTA

“Una pintura de denuncia, de mucha fuerza, de contenido…”


Oswaldo Guayasamín


Oswaldo Guayasamín tiene una colección de pinturas llamada ‘En la Edad de la Ira’ y dentro de ella la serie más importante es ‘Las Manos’ y es aquí donde se ubica ‘Las manos de la protesta’ la cual es de vital importancia porque resume la actitud del ser humano frente a la injusticia en el mundo. En la serie se retrata al que tiene todo, esto es, ‘Manos insaciables y a los que no tienen nada ‘Manos del mendigo’; luego de pasar por las manos de la oración, del miedo, etc., a la sociedad marginada, lo único que le queda es la protesta y acá aparece la obra en cuestión.

De modo que, se está hablando de expresionismo latinoamericano, este pintor y muralista ecuatoriano ha logrado plasmar con los rasgos marcantes de caras indígenas, sumidos en multifacéticas expresiones sentimentales. Para hablar de ‘Las manos de la protesta’ hay que hacer referencia a toda la serie porque son obras marcadas por una constante protesta y denuncia de carácter social y política a favor de los derechos humanos, sobre todo de los derechos de los pueblos autóctonos andinos de donde Guayasamín provenía.

Esta obra humanista, se calificada entonces expresionista, porque pretende reflejar el dolor y la miseria que aún soportan gran parte de los pueblos indígenas americanos, sumergidos en la discriminación de sus propios conciudadanos de otros orígenes raciales.

Esta obra es el resultado del pensamiento de toda una vida, el mensaje que él grita en sus pinturas, está dedicado a la sensibilidad por los seres más desprotegidos de la sociedad ecuatoriana. Su percepción es triste, porque él solo ve el caos de los seres que sufren, de niños con frío, de razas que se enfrentan y culturas que se pierden, su mundo contemporáneo le preocupa de principio a fin y por eso sus pinceladas tienen sentido social.

Durante tres décadas trabaja en ‘La edad de la Ira’, donde relata el dolor por tanto sufrimiento que había en el mundo, la guerra Civil Española y las guerra fría, el mensaje es violento y conmovedor, y busca generar una fuerte impresión en el publico. Cabe señalar que sus pinturas abandonan en la década del 60 el expresionismo clásico de pintura, para permitir crear con otras normas y reglas de arte, otorgándole a sus trabajos, una frescura y una modernización propia del cambio cultural que se desarrollaba.

Ahora bien, lo relevante es que a partir de lo anterior se puede afirmar que hay diferencias en la percepción de una obra, por la raza y/o cultura, es decir, la percepción se concibe como un proceso activo en el que se implica la globalidad de la persona, no se puede dejar de lado la relación existente entre las estructuras cognoscitivas planteadas por el sujeto y el marco en que estas se ejercen. Porque en todo acto perceptivo se involucra el sujeto perceptor y el autor en su dimensión histórica y cultural. Presente y pasado, futuro como proyecto, deseos e intenciones inconscientes, todo configura ese plan perceptivo.

Asimismo, esas proyecciones y expectativas, esa herencia con la que se trabaja, se generan en un entorno cultural que plantea una serie de problemas que deberían ser re

sueltos. La teoría de la percepción se enfrenta así al problema de los condicionamientos culturales, con una variante inmersa del etnocentrismo: la capacidad para tratar de ver cada cultura en función de su particular sistema de valores y una distinción inicial entre percepción del espacio y representación del mismo.


Por otro lado, es preciso mencionar que así como las obras de arte pueden presentar características de belleza como la armonía, la proporción, equilibrio, verdad y que suscitan al espectador placer, atracción y agrado, también pueden manifestar características de fealdad o ausencia de belleza como la deformidad, la desproporción, maldad, incorrección y no suscitan más que rechazo, repugnancia y displacer a los sentidos.


En consecuencia inferimos que la obra de arte trata de establecer un diálogo personal o subjetivo entre artista y espectador. Busca provocar un sentimiento común entre ambos, artista y espectador deben compartir emociones, sentimientos y pensamientos pues es pertinente y propicio aclarar que la mejor manera de entender el arte es no comprenderlo y sí, más bien, sentirlo, y de esta manera sentirse para de la obra. En este caso, hay un encuentro de situaciones culturales que se comparte, un contexto histórico.


De hecho las representaciones artísticas antes de ser una copia fiel de la realidad, son un reflejo de la misma. Son el resultado del encuentro entre impresiones sensibles y sentimientos emotivos del artista. En esta relación se produce la transformación de la realidad y la conciencia cuyo resultado es la representación de diferentes planos de la realidad, con lo que el espectador da un paso a entender y analizar la obra, ya que la obra de arte será auténtica cuando sea capaz de despertar emociones y sensaciones; cuando sea capaz de transmitir energía al espectador.


Es importante mencionar que la obra artística manifiesta y exterioriza vivencias y sentimientos del artista, que despierta en los individuos sensaciones difíciles de expresar, puesto que son personales y el describirlas hace que se pierda parte de su esencia; además debe tener en cuenta que no todo lo referente al objeto es una respuesta subjetiva de él, sino que, este es poseedor también de cualidades estéticas en sí mismo. Por otra parte esta obra artística cumple otra función esencial y es la de recrear y reconstruir la historia de la humanidad, de poner de manifiesto un marco referencial, esto es, las condiciones sociales de los indígenas y de los necesitados en Ecuador.


Respecto al texto La imagen como violencia, se demuestra que por medio de una obra de arte, como lo es la pintura, es posible manifestar y expresar todo aquello que verbalmente parece imposible de explicar. Además, a través de las obras de arte es posible revivir y recrear situaciones importantes para la historia de la humanidad, ya que los artistas plasman en éstas, vivencias y situaciones que corresponden generalmente a la situación social, política, religiosa y cultural que se vive en determinada época.

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