De la semiótica al signo icónico

En primera instancia es fundamental afirmar que en la categoría de los signos icónicos se incluyen toda clase de imágenes, dibujos, pinturas, fotografías o esculturas. Además, reproducen algunas condiciones de la recepción del objeto, seleccionadas por unos códigos visuales y a través de convenciones gráficas.

Entonces, la percepción de un icono o imagen y su asociación a una realidad o significado es posible mediante un proceso de reconocimiento que lleva a cabo el receptor de tal signo. Lo que lleva a mencionar el concepto de representación, que básicamente ofrece una serie de consideraciones significativas para que usted y yo nos detengamos en ellas, es decir, representar se identifica con evocar por descripción, retrato e imaginación y plantear semejanzas de algo ante la mente o los sentidos.

De ahí que, la representación como sustitución presenta dos condiciones, a saber: que la forma defina el significado que se le otorga y que el contexto también fije el significado adecuado.

De modo que, el problema semiótico de las comunicaciones visuales es saber qué pasa para que así puedan aparecer iguales a las cosas, un signo gráfico o fotográfico que no tiene ningún elemento material común con otras.

Así se tiene que, los signos icónicos reproducen algunas condiciones de la percepción común, basándose en códigos perceptivos normales y seleccionando los estímulos que permiten construir una estructura perceptiva que tenga el mismo significado que el de la experiencia real ofrecida por el signo icónico.

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