La imagen como ausencia

Restaurar el silencio es la función de los objetos.

Samuel Beckett

¿Habrá un lenguaje con el que debe familiarizarse el espectador si quiere que un lienzo entregue su significado? Para responder este interrogante, tomemos como referencia al pintor Jackson Pollock y su obra ‘Pintura al goteo’, un cuadro grande elaborado con goteos y chorros aleatorios de colores; una imagen que renunciaba a todo intento narrativo, tanto en palabras como en imagen, que rechazaba cualquier tipo de control por parte del artista o del espectador. La crítica señaló que sus cuadros no tenían ni principio ni fin, sin embargo para Pollock fue un cumplido.

Siguiendo lo anterior, hay algo de lógica en la estética de tal artista, él y otros artistas de su generación iniciaron sus carreras en medio del caos moral y social durante los años de la Depresión en Estados Unidos y la Segunda Guerra Mundial en Europa; a lo que respondieron con una pintura de contenido social con la integración de diversos métodos de producción de imágenes, a saber: el fumage, obtenido al pasar una hoja de papel sobre una vela humeante; el frottage, técnica parecida al calco de un relieve por frotamiento, el collage que consiste en rasgar papeles al azar y dejarlos caer sobre una hoja más grande cubierta de pegamento, y por supuesto la pintura.

Así, estos artistas encontraron en esas técnicas la forma en responder emocionalmente al mundo sin copiarlo ni mejorarlo y sin comunicar nada acerca de él, sino relacionándose sólo con el impulso creativo, involucrando tanto al artista como al espectador dentro de la propia pintura. De ahí que, si un espectador optaba por leer el cuadro, la responsabilidad por la interpretación de un código y de un símbolo recaía sobre el mismo espectador y no en el autor. Lo que creó Pollock fue un sistema de signos libre de mensajes o significados.

De modo que, se puede afirmar que la intención de no comunicar es igual de compleja a la de comunicar, es una negación, es la preservación del silencio a través de signos, trazos y figuras inexactas. Se trata de una ansiedad por interpretar donde se ve el espacio en blanco como silencio. Pollock quería pintar lo que no se puede pintar, creía intuir las percepciones de la humanidad más profundas e incomunicables y para ello decidió trabajar en algo que denominó la ausencia del lenguaje que acaba convirtiéndose en un lenguaje ante los ojos del que mira.

Ejemplos de lo anterior, aparte de los lienzos de Pollock, son las obras de Joan Mitchell, quién estaba en busca del vacío. Ella no pintaba según códigos preestablecidos, los colores que usaba tenían su propio significado para el espectador. Figuras y letras indescifrables, pero aún así la propensión de las personas por buscar signos reveladores en todas las creaciones artísticas transforma los cuadros llenos de significado ante los ojos.

En síntesis, aquí el modelo consiste en el arte como ausencia, el único que nos permite a como espectadores llenar esa ausencia con significados que vamos inventando e interpretando.

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