Día a día el ocio cibernáutico y la intención de ver algo nuevo, nos está llevando a generar nuevas formas de comunicación en todos los espacios, desde nuestras relaciones interpersonales hasta ámbitos académicos. Así pues, la imagen democratiza, y aunque en el presente texto se dirá más veces de lo necesario, tiene la virtud de activar emociones y de acercar el contenido con el espectador.
Y es que en medio de tanto conocimiento por medio de la palabra escrita a lo largo de la historia, las novedosas propuestas gráficas del momento han tomado impulso por su invasión en la comunicación, de modo que, el asunto radica en que si esta forma si bien legítima e igual de válida, es acertada y alcanza el nivel de información que ofrece un texto.
Ciertamente, desde hace varios años se puede afirmar que las impresiones visuales activan nuestras emociones, categoría que aprovechan los modernos publicistas para lograr su objetivo con el consumismo porque por ejemplo a partir de un dibujo seducen al espectador para que compre cierto producto. Asimismo, es menester afirmar que cuando un texto va acompañado de imagen, ésta refuerza el mensaje del primero; pero cuando la gráfica está sola es vulnerable a la libre interpretación de quien la ve y esto significa que la información que se está extrayendo puede ser independiente de la intención del autor.
De manera que, existen tres variables que rigen una lectura acertada de una imagen, a saber: el código, el texto y el contexto. En otros términos, una imagen debe estar representando tal cual lo que es; si va acompañada de texto se aumenta la posibilidad de estar enviando el mensaje correcto, y el contexto involucra pautas que se apoyan en historias previas basadas en la tradición que le darán sentido al grafico, es decir, el papel del espectador es fundamental ya que, para interpretar y reconocer una imagen recurre a una serie de conocimientos previos almacenados en la mente.
Lo anterior hace referencia a que las imágenes no son neutras pues sus significados se organizan alrededor de la cultura. Citando a Regis Debray en la lectura de lo visual se debe incorporar la historia porque ésta construye el mensaje de la percepción visual. Por tanto, lo visual no alcanza lo que logra el lenguaje, puesto que la imagen no conlleva conceptos a diferencia de lo textual; sin embargo el canal de comunicación que produce la unión del lenguaje y la imagen tiene el mayor poder en la comunicación.
Entonces, la lectura de una imagen, como la recepción de cualquier otro mensaje, depende del conocimiento previo, pues sólo podemos reconocer lo que ya conocemos, es decir, sabemos que los pies sirven para apoyarse y los ojos para mirar y proyectamos estos conocimientos en códigos, los cuales sin tal información previa no tendrían ningún significado, por lo tanto, sólo esa información nos permitiría separar el código del mensaje.
